jueves, 29 de abril de 2010

Adivinación, juicio y carcajada

El lenguaje, como todo acto mental humano, en su función normal es parcial, porque no opera más que sobre una parte del ser en la percepción y porque en la elaboración y en la expresión no utiliza la totalidad de los elementos. La inteligencia juzga normalmente por caracteres sueltos sin intuir el complejo de los caracteres del ser. Certera o errónea, la vida entera es una apreciación incompleta dada por completa. Desde el tremento diagnóstico médico, mal dado por un dato insuficiente, al error cotidiano de equivocar las personas y las cosas por un rasgo impresionante, nuestros juicios operan normalmente con datos parciales, porque lo exige así nuestra limitación y la imperiosa prisa de la vida, en que es difícil conjugar la seguridad y la rapidez. La mente humana en la eterna falacia de las cosas y del lenguaje ha de identificarlas por un rasgo que, además, es equívoco. Por un rasgo reconocemos a la persona que pasa, y esa acuidad mental, que puede engañarnos, nos basta generalmente para identificarlas. De una persona hemos visto el perfil o una prenda, o hemos oído el timbre de su voz, y la identificamos. Es una actitud imprudente, porque esta ligereza está en vilo de equivocación; pero no tenemos otra, porque si no bastase esta peligrosa agudeza de reconstitución total y esperásemos a tener datos completos, dejaríamos de enterarnos de casi todo. [...]

Nuestro lenguaje, como nuestra función conceptual, es un juego adivinatorio de personalización por un carácter. Las palabras fueron como adivinanzas vulgarizadas. La vulgarización de las palabras nos pone a todos en el secreto de la idea. El que inventó la voz el abreojos o el abrepuño, discurrió un acertijo, como el de la planta que hace llorar: la cebolla; hasta que aprendimos que el abrojo es tal planta. Así llamaron por un carácter inconfundible y descifrable a los demás seres: el luminoso, o sea Dios; el cornudo, o sea el ciervo; la luciente, o sea la luna; el ojo, o sea el sol. Como el médico rápido (y lo tienen que ser casi todos), que enjuicia bajo la obsesión de unos pocos signos de la enfermedad, el hombre, en el lenguaje, diagnostica por pocas señales en un alarde de agudeza mental, y no hay que decir que en un peligro constante de error. El error del juicio médico es grave, porque puede traer la muerte sin revisión; pero el error del diagnóstico lingüístico puede enmendarlo el juicio común, y, si el error prevalece, puede la aceptación común convertirlo en verdad. No es para inquietar por inquietar el decir que todo nuestro lenguaje es parcial e inexacto, porque para el trato humano nuestro lenguaje tiene un valor suficiente, y lo que falta en el lenguaje lo suple la viveza mental de los que lo usan. Llamar devorador al lobo y colalarga a un pájaro es una sinécdoque cualitativa, porque no es más que un carácter parcial en la totalidad de sus caracteres. Y esa imperfección y parcialidad de nombrar el todo por un detalle se acusa en todas las voces cuya etimología conocemos: el rinoceronte "nariz de cuerno", el pico verde. Esta parcialidad cualitativa ha llamado la atención alguna vez, como al llamar a uno pico de oro o Crisóstomo o manoslargas; pero esta denominación insuficiente, que la hacemos suficiente por una caracterización implícita, es el historial de todas las voces. Por un rasgo se formaron las palabras. En el primer testimonio histórico de formación, que es la Biblia, se hace la identificación latina árida-tierra. Tierra, en efecto, en indoeuropeo, significa "seca", y éste es un solo rasgo. El hombre significa "terreno", que es un solo rasgo de contraposición con los seres celestes.

Tomado de V. García de Diego, Lecciones de lingüística española (Gredos 1960), págs. 182-4 del capítulo "La imprecisión, sino fatal del lenguaje". Por si no se entiende, en el segundo párrafo se refiere al sentido que supuestamente tuvieron las palabras que da como ejemplo, denominando a todo un ser por un solo rasgo: se supone que ciervo, del latín ceruus, originalmente quiso decir "cornudo" (emparentado con palabras como ceruix, cornu, o cerebrum). Y así cada una de ellas es

faint echo and dim picture of the world,
but neither record nor a photograph,
being divination, judgement, and a laugh...

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