miércoles, 15 de octubre de 2008

Rombos, rumbos

Recientemente Hláford nos ha propuesto un paseo histórico y lingüístico por distintos continentes en pos de un curioso artilugio llamado bull-roarer, específicamente concebido para hacer un ruido parecido al del viento.
Entre los muchos datos interesantes que nos acercó Diego, ha despertado mi curiosidad el que los griegos llamaran rombos al bull-roarer, pues en italiano rombo significa "ruido fuerte y tenebroso" ("rumore cupo e forte"). ¿Simple casualidad?
El asunto se torno más interesante al consultar el Vocabolario Etimologico della Lingua Italiana de Pianigiani. Allí se dice, con mayor detalle:

2. Significa también Sonido o Ruido tenebroso como el que hace el viento, el terremoto o las cosas lanzadas por el aire con violenza, o el zumbido de abejas y avispones , y en este sentido se arguye del sonido que produce el trompo.

Me gustaría recordar aquí que en italiano antiguo se llamaba rombola a adminículos como el que usó David para derrotar a Goliat, verbigratia: una hondera, cuya forma y modo de uso son semejantes a los de la bramadera. Ambos se agitan girando en grandes círculos.

La primera acepción de rombo en italiano es la única que subsiste en español: "figura geométrica con lados iguales y dos parejas de ángulos desiguales". Pero en griego esa acepción parece ser secundaria. La entrada principal en el diccionario de Liddell Scott es la de nuestra querida bramadera:

ῥόμβος o ρύμβος, bull-roarer, instrumento enrollado al final de una cuerda, usado en los misterios [...] 2) rueda mágica, hecha girar alternativamente en cada dirección por la torsión de dos cuerdas pasadas a través de dos agujeros en ella, usada como hechizo de amor.

La misma definición encontraremos para el latín RHOMBUS, por ejemplo en el Latin Oxford Dictionary ¿Qué hay en común entre la figura geométrica y el ruido, para que ambos se llamen rombo? No puedo dejar de recordar aquí la definición que da la RAE de la bramadera:

1. f. Pedazo de tabla delgada, en forma de rombo.
En forma de rombo. Yo no paso de ser un aficionado y me faltan conocimientos como para postular teorías etimológicas, pero aquí entre amigos y a riesgo de cometer una valbuenada, sotengo que primero fue el bull-roarer, y a partir de la forma romboidal del bull-roarer se usó el término rombo para hablar de la figura geométrica. Si esto fuese así, la influencia del bull-roarer en nuestra cultura sería mayor de lo que a primera vista parecía.

Porque cuando hablamos de rombo, hablamos también de otras palabras, como rumbo, que -según me enseña Corominas- proviene de la anterior. La derivación es curiosa. Inicialmente rumbo era un término estrictamente cosmográfico y náutico. En los poderes que los Reyes Católicos confirieron a Juan y Ruy de Sosa se lee:

"Podéis tratar... cualquier... demarcación e concordia sobre el Mar Océano, Islas e Tierra Firme que en él hobiere, por aquellos rumbos de vientos e grados de Norte e de Sur, e por aquellas partes, divisiones e lugares del cielo, del mar e de la tierra que vos bien paresciere".

Lo que se entendía por rumbo en ese entonces eran las 32 direcciones cosmográficas reflejadas en la rosa de los vientos, que estaban por lo general indicadas por rombos, como vemos en la siguiente ilustración.

Rosa de los vientos. Cada pirámide que marca
uno de los vientos forma con su opuesta un rombo.

Parece que el término rumbo lo tomaron los españoles de los marinos italianos, pero en italiano rombo usado en ese sentido no se difundió más allá de la esfera náutica, mientras que en español medró y se afianzó en el habla cotidiana. Escuchemos lo que nos dice Corominas:

[...] atiéndase a los siguientes pasajes cervantinos, que de confirmar RHOMBUS, parecen indicar una nueva pista semántica: «uno de los mayores encantadores... labró esta cabeça, que tiene virtud y propiedad de responder a quantas cosas al oído le preguntaren: guardó rumbos, pintó caracteres, observó Astros, miró puntos, y finalmente le sacó con la perfección que veremos mañana...» (Quijote II, lxii, 238r), «llamado el Retablo de las Maravillas; el cual fabricó y compuso el sabio Tontonelo, debajo de tales paralelos, rumbos, astros y estrellas, con tales puntos, caracteres y observaciones, que ninguno puede ver las cosas que en él se muestran, que tenga alguna raza de confeso, o no sea habido... de legítimo matrimonio» (NBAE XVII, 30a); silos comparamos con las palabras del supuesto Merlín:

«en las cavernas lóbregas de Dite,
donde estava mi alma entretenida
en formar ciertos rombos y caracteres
llegó la voz doliente de la bella
y sin par Dulcinea del Toboso»

(Quijote II, xxxv, 136v). Salta a la vista que rombo y rumbo son iguales para Cervantes, y que él identifica el rumbo cosmográfico con los rombos mágicos [...] Nada de extraño tendría que el vulgo marinero, al observar al piloto tomando la altura de los astros en las primeras navegaciones oceánicas, le identificaran con un mago o un astrólogo, y, pensando en el rombo mágico, llamara hacer o guardar rumbos a esta actividad para él misteriosa.

Hay otro sentido curioso de rumbo en castellano, y es el que le damos cuando hablamos de personajes que andan con gran rumbo, es decir, con pompa y ostentación. Personajes rumbosos, en una palabra. Corominas no acierta a dar una explicación convincente de este uso, (sugiere una relación con la fama de mago del cosmógrafo) en su extenso y jugoso artículo sobre rumbo, que excede las 4000 palabras. Pero sucede que él no ha tenido en cuenta el bull-roarer, ni el viento, ni el sonido tenebroso. Nosotros podemos -en otro arranque de etimología de aficionados- suponer que tal vez este uso tenga que ver o con el aspaviento de quien agita una bramadera, o el estruendo con que quiere señalar su presencia el personaje rumboso.

De rumbo proviene el rumbante (un sujeto que anda en busca de parrandas) y de rumbante la rumba (parranda, fiesta) que se transformó en el popular baile cubano.

Desde los antiguos griegos, pasando por los romanos y los actuales italianos, todos han llamado rombos a los peces como el rodaballo y el lenguado, que recuestan su cuerpo aplanado en el lecho marino y tienen ambos ojos del mismo lado. Al indagar la etimología de rodaballo, Corominas arguye que se trata de un compuesto de rota (rueda, círculo), ya que el cuerpo de estos peces tiene forma circular, y refiere que en griego y latín se los llamaba rombo, «palabra ésta que significaba primariamente "objeto circular"». ¿Circular o romboidal? Los peces de esta familia parecen a veces un rombo, a veces un círculo.


Dejo para mejor ocasión el indagar sobre trompo, estrofa, arrumbar, y otras palabras que tal vez están relacionadas con nuestro rombo, porque estoy comenzando a escuchar un sonido oscuro y zumbador proveniente de mi estómago: sin duda la mención del exquisito rodaballo me abrió el apetito.

3 comentarios:

  1. Muy interesante todo. Me llamó la atención sobre todo lo de "rumboso", nunca me había preguntado (para variar) de dónde provenía la palabra. Supongo que la asociaba, muy vagamente, con la noción de persona que ha estado (o está) en todos lados, que se ha movido por todos los rumbos. Pero la relación del pomposo con el cosmopolita es débil.
    Me gusta más la hipótesis de una conexión con lo de "hacer ruido".
    Y me pregunto si "rumbo" en esta acepción viene conectada con la onomatopeya, en parentesco con el "run-run".

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  2. Tantas cosas para comentar, felicitaciones por el trabajo.

    He escuchado rumboso en boca o pantalla de españoles y pensaba que tenía que ver con el caminar del bacán y venía de una asociación con el paso de la rumba.

    Como apunte chilote del día, aquí rombo no es una palabra conocida fuera de la clase de matemáticas y las figuras de los calcetines o las cartas de diamantes son "en forma de volantín" o "en forma de sopaipilla", para desconcierto de los chilenos de más al norte, cuyas sopaipillas son redondas (nosotros llamamos a eso churrascos y en Argentina son tortas fritas).

    Saludos.

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