jueves, 26 de julio de 2007

El hechizo más poderoso

Qué poderosa, qué estimulante para la misma facultad que lo produjo fue la invención del adjetivo: no hay en Fantasía hechizo ni encantamiento más poderoso. Y no ha de sorprendernos: podría ciertamente decirse que tales hechizos sólo son una perspectiva diferente del adjetivo, una parte de la oración en una gramática mítica. ("Sobre los cuentos de hadas", en MC:150)

El poema Mythopoeia, publicado en versión bilingüe en el volumen Árbol y Hoja, es un terreno fértil para hurgar y hallar palabras cuyo examen minucioso será probablemente el mejor camino hacia las profundidades. A continuación quiero echar una ojeada sobre los adjetivos (y los sustantivos a los que acompañan) de un fragmento muy particular:

God made the petreous rocks, the arboreal trees,
tellurian earth, and stellar stars, and these
homuncular men, who walk upon the ground
with nerves that tingle touched by light and sound.

La traducción dice así:

Dios hizo las rocas pétreas, las plantas arbóreas,
la tierra telúrica, los astros estelares,
las criaturas homúnculas que andan por la tierra
con nervios que el sonido y la luz estremecen.

Valga por el momento la traducción para tener una idea general del fragmento y su significado. En los tres primeros versos hay un juego de palabras curiosísimo y repetido cinco veces: el uso de adjetivos que significan prácticamente lo mismo que el sustantivo al que acompañan. Decir "la roca pétrea", "el árbol arbóreo", "la tierra telúrica", etc. es una redundancia, casi, casi lo mismo que decir "el metal metálico".

Pero ¿por qué no es exactamente lo mismo? Por varias razones (que en realidad son la misma). Comencemos por la más sencilla:

(a) por fonética. Todos los sustantivos son breves, se escapan de los labios en un suspiro: men, earth, trees. Sus adjetivos, en cambio, nunca tienen menos de dos sílabas, y llegamos a cuatro en homuncular: el tiempo que un inglés tarda en decir esta sola palabra otro lo aprovecha para soltar toda una oración, incluso la que (según fuentes autorizadas) es la frase más triste que produjeron la lengua o la pluma: It might have been.

(b) por registro. Voces como rock, man, earth son las que aprende un niño inglés desde la más tierna infancia, y que seguirá usando durante el resto de su vida en cualquier circunstancia. En cambio, palabras como tellurian o stellar sólo aparecen cuando el niño ha crecido y se ha enfrentado con la lengua culta y escrita, técnica y científica.

(c) por origen. Ésta es la parte más interesante. Tolkien no sólo era muy sensible al sonido en sí de cada palabra y sus posibilidades "fonoestéticas", sino que sumaba a esta sensibilidad un conocimiento profundo de su etimología, y solía conjugar ambos aspectos de tal modo que nos resulta difícil decidir si en un pasaje determinado un aspecto prima sobre el otro. Con una excepción a medias, las cinco parejas del fragmento están compuestas por un sustantivo de estirpe inglesa y un adjetivo tomado en préstamo del latín. Analicemos brevemente cada vocablo:

  • rock, palabra inglesa que con otros matices ha quedado indeleblemente estampada en los demás idiomas, no tiene en su valor de "piedra, roca" un origen tan inglés como podría pensarse. Se remonta a un raro i.a. rocc (documentado en stán-rocc "piedra elevada, obelisco") probablemente mezclado con el fr.med. roque (o roche), ambos aparentemente del latín vulgar rocca, para el que se supone a veces un origen céltico (br. roch), o tal vez un germ. *hrauka-, o quién sabe. Su adjetivo petreous tiene un linaje más claro sólo hasta cierto punto: del lat. petra, a su vez del gr. pétra, pero a partir de ahí los lingüistas no logran ponerse de acuerdo. Lo que sí es curioso es la forma que usa Tolkien: todo el mundo escribe petrous, mientras que petreous suele ser no más que un error de ortografía.

  • tree proviene, según es fama, del i.a. tréow (con una compleja relación con el i.m. true, trust que evito hábilmente); arboreal nació en el s. XVII, ramificado del latín arbor. En sus raíces lejanas tréow y arbor podrían tener sentidos de "firme" y "elevado", respectivamente.

  • earth proviene directamente del i.a. eorðe, mientras que tellurian surgió del latín tellus, y apareció en inglés recién en el s. XIX. Ambos étimos tienen origen indoeuropeo más o menos bien establecido, y a grandes rasgos poseen los sentidos que nosotros damos a "tierra", aunque aparentemente se aplicaron en principio al "suelo", no al "planeta".

  • El siguiente grupo comparte con seguridad un origen indoeuropeo, pero no puede hablarse de préstamos: star sale del i.a. steorra, con raíz *ster-; stellar apareció en inglés en el s. XVII y se debe al lat. stella, que al parecer no es sino un diminutivo *sterola de aquella misma raíz.

  • En el último par, man viene sin demasiadas complicaciones del i.a. mann; homuncular de homunculus, otro diminutivo latino (de homo) con el sentido de "hombre pequeño o débil" que el inglés adoptó en el s. XVII.

Hecho el repaso, saltan a la vista algunos elementos comunes. El más evidente es que todos los sustantivos tienen un fundamento en el inglés antiguo (incluso una palabra como rock, un recién llegado que sólo logró triunfar concluyendo la Edad Media); los adjetivos, en cambio, sólo entraron al inglés en la Edad Moderna, y siempre directamente del latín. Luego podemos notar que todos los adjetivos están formados con sufijos que indican, a grandes rasgos, "perteneciente o relativo a". Los sentidos de los adjetivos son a veces más específicos. No me refiero a las formaciones de diminutivo, que quizás no deban tenerse en cuenta: el lat. stella no significaba "estrellita", puesto que el positivo ya no existía (el uso que hace Tolkien de homuncular, en cambio, bien puede ser humorístico). Pero, de modo acorde con su distinción de registro, los adjetivos suelen emplearse con valores muy restringidos, como arboreal "que vive en los árboles"; petrous se aplica mucho a "la parte extremadamente dura del hueso temporal que cubre el oído"; etc.

La distinción que esbozo aquí tampoco es absoluta. Tolkien tenía a su disposición medios para evitar los pequeños desfasajes que se observan: por ejemplo, podría haber usado una palabra tan anglosajona como stones en vez de rocks, o podría haber evitado la repetición evidente de una raíz indoeuropea utilizando sidereal en vez de stellar, etc. No lo hizo, lo cual nos recuerda que esto es poesía, no matemática. Pero aun así no puede dudarse de que la distinción es intencional.

Queda la cuestión más importante: este juego de palabras ¿es tan sólo una demostración de virtuosismo lingüístico por parte de Tolkien, o hay que buscarle algún sentido? ¿Y qué pasa con la traducción, especialmente con eso de "las plantas arbóreas"? Las respuestas quedarán para una próxima entrega, en parte porque ésta ya se ha extendido bastante, y en parte porque el que suscribe no está seguro de tenerlas. Se aceptan sugerencias.

1 comentario:

  1. No me canso de leer este blog, aunque nunca puedo aportar nada solo la boca abierta :O

    Tengo 10 años ya leyendo a Tolkien, pero son ustedes los que les dan un sentido nuevo y hacen que cada vez que agarre mi libro, aparezca un significado nuevo. Asi que Gracias por eso :)

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